Violencia vicaria: Interior contabiliza un total de 5.666 niños en riesgo de ser agredidos desde 2019

El maltrato infantil como arma contra las madres incluye desde negligencias médicas hasta agresiones físicas, un fenómeno que de Igualdad busca tipificar en la legislación

Igualdad anuncia que reformará el Código Penal para incluir la violencia vicaria

José Bretón en el momento en el que acude al terreno donde asesinó a sus hijos escoltado por la Policía Nacional
José Bretón en el momento en el que acude al terreno donde asesinó a sus hijos escoltado por la Policía Nacional / Agencias
Chantal de la Cruz

23 de mayo 2025 - 16:17

La violencia vicaria contra menores cuenta un alarmante registro en España desde 2019: el Ministerio del Interior tiene identificados hasta 5.666 niños en riesgo de ser agredidos por los maltratadores de sus madres.

Este tipo de violencia machista, que utiliza a los hijos como instrumento para dañar a las mujeres, adopta múltiples formas que van más allá del asesinato, su manifestación más extrema.

El Ministerio de Igualdad, bajo la dirección de Ana Redondo, ha anunciado su intención de incluir en el renovado Pacto de Estado contra la Violencia de Género una definición amplia de violencia vicaria, así como su tipificación en el ordenamiento jurídico español.

La propuesta busca regular esta forma de maltrato tanto en la ley integral contra la violencia de género como en el Código Penal, según comunicó la ministra.

Carmen Martínez Perza, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, ha detallado que "este tipo de violencia de género puede presentar formas muy diversas, no tiene por qué culminar en asesinatos o lesiones graves, y normalmente se vincula a situaciones en las que las mujeres ponen fin a la relación con el maltratador".

De este modo, la delegada señala que la legislación "debería priorizar la protección de niños, niñas y adolescentes por su mayor vulnerabilidad y frecuencia como víctimas".

Las múltiples caras del maltrato

Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y perita forense que acuñó el término "violencia vicaria", insiste en que la reforma legal debe dejar "muy clara la intencionalidad del hombre de dañar a la mujer a través de los hijos e hijas, de un familiar directo muy allegado a ella o de los animales de compañía".

La experta denuncia que las instituciones continúan "disociando la peligrosidad del individuo de su rol de padre" al mantener regímenes de visitas y custodias compartidas con maltratadores.

Desde 2013, 63 menores han sido asesinados por sus padres o por las parejas o ex parejas de sus madres en España.

Sin embargo, la violencia vicaria comprende un amplio espectro de conductas dañinas que incluyen: no suministrar medicamentos necesarios, descuidar la higiene, vestir inadecuadamente a los menores según la estación, absentismo escolar, recogerlos tarde del colegio, insultos y menosprecios continuados, ofrecer alcohol o drogas, e incluso agresiones físicas.

Señales de alarma y negligencias

La magistrada Isabel Giménez García, presidenta del comité de expertas para la ampliación de la ley de protección a la infancia frente a la violencia, advierte sobre la importancia de identificar las alertas: "Hay muchísimas situaciones de riesgo y es muy importante que tengamos en cuenta las alertas para proteger a los niños y las niñas y que no banalicemos ningún tipo de violencia".

Entre las señales de alarma, Giménez enumera "amenazas a la madre diciendo que no va a volver a ver al niño, que el menor vuelva con moratones, que no quiera ver al padre, las negligencias en los tratamientos médicos, en los cuidados básicos de higiene y alimentación, en el apego, desautorizaciones y humillaciones...".

Manipulación del sistema judicial

Otra estrategia común en la violencia vicaria es, según los expertos, la utilización maliciosa del sistema judicial o administrativo para desgastar a la madre, intentando que pierda la custodia o la patria potestad mediante acusaciones falsas o apelando al desacreditado síndrome de alienación parental.

Vaccaro subraya que estas conductas de negligencia, dejadez y temeridad se distinguen del maltrato infantil convencional por su intencionalidad: "En esta ocasión el maltratador quiere que la madre sepa que no le pone el cinturón de seguridad o no lo sienta en la sillita cuando va en el coche, que no le ha dado la medicación pautada, que le ha dado dulces a un niño que tiene diagnosticada diabetes".

La magistrada Giménez hace un llamamiento final a las instituciones: "Si nos refieren que tienen miedo, que no quieren verlos, es importante que oigamos sonar las sirenas de alarma, tengamos en cuenta que algo pasa y los protejamos. ¿Cuál es la razón que tenemos para desacreditar a los niños?".

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