Tirados en las cunetas

21 de mayo 2025 - 03:07

Hace unos días escribía sobre el cada vez más marcado carácter gafe que viene adornando la personalidad de este chico guapo que es Pedro Sánchez. El hombre, al parecer, se preguntaba, con su carácter proverbialmente humilde y sencillo, sobre cómo lo recordaría la historia. Porque él está convencido de que la historia lo recordará. Al parecer, debe de considerarse con méritos bastantes para ello. Y haciendo memoria hube de recordar, entre otras desgracias y acontecimientos lamentables, sucedidos durante el tiempo de su presidencia del (des)Gobierno de nuestro engañado país, aquello que este hombre hablaba con determinada periodista, aprovechando un viaje en avión, en período de campaña electoral y en la que afirmaba, con increíblemente fingido convencimiento, que nunca pactaría con determinadas organizaciones políticas. Lo cierto y verdad es que sólo hubo que dejar transcurrir apenas unas fechas para comprobar que, muy al contrario de lo prometido –que pudo ser unas cien veces– pactó, vaya si pactó, con quienes dijo que nunca lo haría, haciéndonos presagiar, así, una personalidad embustera y una enorme capacidad para timar, sin la menor mala conciencia.

Esa debió de ser una de las primeras desgracias que sufrió el paciente electorado español: constatar que al palacio de La Moncloa llegaba un personaje que, histriónico hasta el extremo, era capaz de mentir con absoluta frialdad. Se trataba de la misma persona que, en un vis a vis televisivo le espetó al entonces aún presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aquella frase, ¿recuerdan?: “Usted no es una persona decente”. Y se quedó tan pancho.

En las pocas intervenciones parlamentarias que de él se puedan recordar, sí sería conveniente no perder de vista aquellas en las que, buscando el apoyo para su investidura para la Presidencia del Gobierno, decía estar movido por el desmedido interés por erradicar de las instituciones del Estado y de entre las personas que al mismo servían, cualesquiera veleidades, tendencias, o proclividad hacia actitudes que significasen comportamientos corruptos. Y hoy, a estas alturas de su película, están imputados por ello su propia esposa, su principal hombre de confianza: el exministro Ávalos, el asistente Koldo, y lo puede estar casi a punto, al parecer el jefe de mantenimiento Santos Cerdán. Es decir, todos los que viajaron en aquel Peugeot en el que recorrieron España, engañando a toda la siniestra política que los quiso escuchar.

Sí, estoy convencido de que Pedro Sánchez es gafe, pero eso no es, ni con mucho, lo peor, pues le supera ser un devoto del embuste, un trilero de las ideas, un práctico engañoso en las propuestas: un amoral. Nos ha mentido en todo y a todos, especialmente a los de su propio partido a los que ha dejado, con su comportamiento, tirados y burlados en las cunetas de las convicciones. ¿O no?

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