Noticias electorales

Su propio afán

20 de mayo 2025 - 03:08

La nueva derecha va cogiendo solera. Cada vez es menos nueva. Las últimas elecciones europeas le dan resultados excelentes en dos de los tres países donde se ha votado. Chega llega para quedarse en Portugal, superando la barrera del 20% y certificando el fin del bipartidismo turnista. En Polonia, el conservador Nawrocki (PiS) tiene muchas papeletas de ganar la segunda vuelta presidencial, porque los votos del tercero, que ya no entra en liza, serán para él. En Rumanía, en cambio, a base de palos en las ruedas, se ha impuesto Nicusor Dan, alcalde de Bucarest y candidato del establishment europeo, pero ha quedado clara la fuerza de la derecha y cuánto se ha tenido que bordear el fair play para domeñarla.

Lo de Rumanía es muy mala noticia por lo mismo que lo de Portugal y Polonia son excelentes, con independencia del juicio político partidista que tengamos usted o yo. Si el pueblo soberano cree que unas políticas son las mejores para su país es muy conveniente que esas soluciones lleguen al Gobierno. La democracia, aunque ha de tener otras garantías, consiste en eso. Y no sólo la democracia, según David Hume: todos los regímenes políticos se fundamentan, en última instancia, en la voluntad de los súbditos. Sin aprobación popular –expresa o tácita– no hay autoridad factible.

Cuando la derecha alternativa tiene un apoyo sustancial del electorado debe llegar a los gobiernos. Hasta con partidos que apoyaron al terrorismo más sanguinario lo han defendido los socialdemócratas, así que no tendría sentido negárselo a partidos que aceptan el orden constitucional, el Código Penal y los derechos humanos. Luego, si sus políticas son erróneas, enseguida perderán el favor popular. Además, esto tiene una segunda ventaja. El gobierno conlleva, por exigencias de guión, aparejada una buena dosis de prudencia. La realidad impone rebajas a los planteamientos maximalistas. Muchas declaraciones que alarman a los sectores más centristas se perderán como lágrimas en la lluvia en cuanto los partidos de la nueva derecha asuman las responsabilidades que los ciudadanos les otorguen. Es la ley férrea del sentido común. Con Meloni están más o menos encantados.

Lo de Rumanía ha resultado rudo. Aumenta la presión social y radicaliza a los políticos expulsados del sistema. La normalización que vemos en Polonia y Portugal es una noticia excelente para la nueva derecha, para la democracia y para Europa.

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