Anita Williams y Montoya se enfrentan al test de embarazo, la polémica en 'Supervivientes'

El programa Supervivientes ha vivido este martes uno de los momentos más intensos de la temporada ¿está embarazada Anita Williams, el tortuoso amor de Montoya?. Lo que había comenzado como un murmullo en la playa, avivado por la intuición de Makoke, se transformó en un torbellino de dudas, emociones. La posibilidad de un embarazo había rondado la mente de todos y la respuesta estuvo envuelta en risas, abrazos y un guiño al futuro. Anita reconoció haber tenido relaciones con su utrerano y atormentado amor días antes de llegar al programa.

Sobre el embarazo, los comentarios arreciaron a finales de la semana cuando Makoke, con esa mezcla de descaro y curiosidad que la caracteriza, notó un cambio en Anita. “Algo en ti está diferente”, le pronosticó, sembrando una semilla de incertidumbre.

Las palabras de su compañera, aunque al principio encendieron un chispazo de molestia en Anita, terminaron por abrirle los ojos. “Si es para que todos se queden tranquilos, y para que Makoke aprenda a no decir cosas así, me hago la prueba”, afirmó con una mezcla de firmeza y buen humor. Y así, en un gesto de arrojo, aceptó someterse al test de embarazo que le propuso Sandra Barneda tras una charla íntima en el Oráculo. “Utilizo precaución, pero nunca se sabe”, confesó Anita, mostrando esa sinceridad que ha conquistado a la audiencia.

La noche del martes, en Supervivientes: Tierra de Nadie, el momento de la verdad llegó. Bajo la mirada expectante de la audiencia y el brillo de las antorchas, Carlos Sobera llamó a Anita y a Montoya a la zona de nominaciones. El silencio se apoderó del ambiente, roto solo por el latir de los corazones y el rumor de las olas. Con su habitual calidez, Sobera leyó el informe médico.

“Anita, el resultado de tu prueba de embarazo es… ¡negativo!”, dijo Sobera. Un suspiro colectivo resonó en la isla. La distensión abdominal de Anita, según los médicos, era el resultado de un exceso de isotónicos, un cóctel de azúcar que, sumado a un posible desequilibrio intestinal, había jugado una mala pasada. La solución: una dieta sin azúcares, legumbres ni arroz integral, y un tratamiento médico para recuperar el equilibrio.

El alivio se transformó en celebración. Anita, con una sonrisa que iluminaba la noche, exclamó un alegre “¡Ole!” mientras se fundía en un abrazo con Montoya. Pero el momento más tierno aún estaba por llegar. Antes de regresar a la palapa, Montoya, con los ojos brillando de emoción, dejó caer una confesión que arrancó sonrisas: “Podemos llamar Isotónico o Isotónica al niño o la niña, cuando venga. Me alegro, hija mía, pero que me encantaría la paternidad”. Sus palabras, cargadas de sueños y ternura, pintaron un futuro lleno de posibilidades.

Así, entre risas, abrazos y un diagnóstico que devolvió la calma, Anita Williams cerró un capítulo que, aunque breve, dejó huella en la isla. No hubo embarazo, pero sí un recordatorio de que, en Supervivientes, cada día es una aventura que mezcla lo humano, lo inesperado y lo profundamente auténtico. La playa sigue siendo testigo de sus historias, y Anita, con su fuerza y su sonrisa, sigue siendo una protagonista inolvidable.