Desde el Darro y el Genil, hasta la Blanca Paloma

Granada/Sábado, una mañana del mes de mayo. Al alba, los romeros se vestían con sus mejores galas en uno de los días más esperados de todo el año. Las clásicas coplas profetizan que el camino empieza desde la puerta, y así fue en cientos de hogares granadinos que lograron que cada rincón de la ciudad se uniera a la Romería del Rocío 2025. Jinetes a la vaquera y repique de campanas desde la Iglesia Parroquial de San Pedro y San Pablo, anunciando a todos los peregrinos que Granada se volvería romera, en siete días, ante la Blanca Paloma.

Una caravana de colores inundó la Gran Vía de Colón y la Avenida de la Constitución, a la espera del inicio del camino más soñado por los andaluces. Carretas que, gracias a la ilusión de jóvenes y veteranos rocieros de la corporación, se alzaron ante las miradas indiscretas de los visitantes que intentaban descubrir su interior. Entre La Agüela, Las Comadres y La Pastora, situadas en pleno corazón de la ciudad, los peregrinos intercambiaban vivencias inolvidables de caminos pasados, orando por vivir cien más.

En el presbiterio del templo albaicinero, la Hermandad Filial del Rocío de Granada erigió un Altar de Cultos en el que el Venerado Simpecado presidiría la Santa Misa de Romeros. Una Eucaristía solemne, en la que el coro de la corporación inició las plegarias que se sucederán, día tras día, hasta el Lunes de Pentecostés, el lunes de gentío, en el que dicen que una amapola bajó del cielo acariciando su pelo.

El Venerado Simpecado, reflejo devocional de la Virgen del Rocío en la ciudad de Granada, recibía incesantes cantos romeros bajo las bóvedas de San Pedro y San Pablo. Así, el oro fino hizo granadas sobre terciopelo verde, lienzo sobre el que se estampaban los rostros de la Blanca Paloma y el Divino Pastorcillo cincelados en marfil, oro y plata. Allí, echaron a volar las almas rocieras que sueñan con llegar, los senderos y caminos que llegarán, y los rezos y plegarias que culminarán ante la más bella de las rosas en un Altar.

En la Carrera del Darro, se extendió un extenso cortejo de romeros acompañados por las hermandades y cofradías granadinas. Era un día de júbilo, en el que la Iglesia de Granada rezó a la advocación que Almonte proclama como Patrona de la Villa. Entre el gentío, las aguas del río Darro se llenaban de llanto y de amor a la llegada de la carreta nazarí que, tirada por bueyes, aguardaba la salida del Venerado Simpecado. Y al son de flautas y tamboriles y el júbilo desbordado de los granadinos, la Virgen del Rocío volvío a las calles de la ciudad, haciendo de la primavera un milagro en el corazón.

A su llegada a la Iglesia de San Gil y Santa Ana, la Hermandad de la Esperanza recibió en el atrio de su sede canónica a los cofrades y rocieros granadinos. Así, la insignia de la corporación se postró ante el Venerado Simpecado a su paso, escoltado por decenas de jinetes que deseaban con impaciencia ver el paso de la Sagrada Imagen frente a la Real Chancillería. Y entre la muchedumbre, los más pequeños rocieros. Medallas que irradiaban destellos sin igual y que tan sólo, hace unos años, encabezaban sus cunas. En ellos el rezo más sincero y la inocencia más pura, al repartir cientos de estampas de la Blanca Paloma y matitas de romero, con palmas al compás.

En la Plaza del Carmen, el Ayuntamiento de Granada recibió a la Hermandad Filial del Rocío de Granada levantando un Altar efímero. La Corporación Municipal, encabezada por la alcaldesa de la ciudad, Marifrán Carazo, se postró ante la Blanca Paloma. Frente a frente, el Simpecado ante la casa de los granadinos, los rocieros entonaron la tradicional Salve del Olé. La cadencia lenta fue avivando el fervor de un pueblo, que se unió en una de las plegarias más multitudinarias de las últimas peregrinaciones. Y al término, los vítores que fundieron a representantes civiles y eclesiásticos en una misma pasión, que cada primavera invade las calles de Granada.

Una vez en la Carrera, y ante la Virgen de las Angustias, el fervor rociero desbordó a los granadinos y granadinas. La Basílica volvía a abrir sus puertas para recibir al Venerado Simpecado que se postrará ante la Reina de las Marismas. En el presbiterio, y ante la atenta mirada de la Hermandad Patronal, dos romeros se arrodillaron ante la Patrona de Granada ofrendado un centro de flores a la Madre de Amores que adora a Granada entera. Un legado que fortalece los lazos de unión fraternal entre ambas corporaciones, hermanando a dos de las advocaciones más veneradas de toda la geografía andaluza. Angustias y Rocío, unidas en Granada.

Frente al Templo Patronal, la Salve. Peregrinos de Granada que fundían sus voces, implorando a la Virgen de las Angustias su amparo durante las próximas jornadas. Sobre su Imagen, venerada a los pies del Simpecado, rezarán cada madrugada en la Raya Real. Será ya en la Aldea, ante la Blanca Paloma, cuando volverán a rezarla bajo la espadaña del Santuario. Y aguardarán a la mañana del Lunes de Pentecostés, en la que los almonteños portarán a la Virgen del Rocío hasta la Casa de Hermandad nazarí. Y en sus puertas el Venerado Simpecado, y la eterna Salve.

Es otra manera de sentir, otra forma de vivir un camino rociero que es uno, y cientos en todo el país. Será Granada, un nuevo Lunes de Pentecostés, rezando la Salve ante la Virgen del Rocío.