Los muros de Feijóo

Alto y claro

09 de junio 2025 - 03:11

El número de personas que el Partido Popular logró reunir ayer en su manifestación de Madrid tiene solo una importancia relativa. El gesto de fuerza no tenía otro objetivo que reafirmar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo para el congreso de dentro de un mes ante una Isabel Díaz Ayuso que está crecida y que presenta perfiles cada vez incómodos para el presidente nacional. Feijóo tiene papeletas para convertirse en el próximo presidente del Gobierno cuando Pedro Sánchez, que no tiene ninguna prisa por hacerlo, decida convocar elecciones. El camino lo tiene despejado, pero el carisma no es una cualidad que lo acompañe y hasta que se instale en la Moncloa, si es que finalmente lo logra, se proyectará sobre él la sombra amenazante de la presidenta madrileña, que sabe rentabilizar como nadie el populismo ramplón y los prontos histriónicos, como demostró el viernes en la cumbre autonómica de Barcelona.

La manifestación de ayer de Feijóo, obligado a mirar con tanto recelo a sus rivales internos como a los de fuera, tenía otro objetivo asociado: aprovechar la alta temperatura política de las últimas semanas para meter presión a una opinión pública desconcertada por el ruido y contribuir con ello a que el clima se haga más y más irrespirable. Una táctica muy ensayada por formaciones extremistas con aspiraciones bronquistas, pero que encaja mal con lo que debería ser el comportamiento de un partido que es una de las bases del edificio democrático de España.

En las próximas semanas y meses veremos cómo evoluciona una situación que se hace más inflamable cada día. De lo que no cabe duda es de que el muro entre españoles que decidió fabricar Pedro Sánchez al comienzo de la legislatura ya no es solo cosa del presidente. También el líder del principal partido de la oposición contribuye a hacerlo cada día más alto. Sea por sus propias inseguridades o por su ansiedad para alcanzar cuanto antes su objetivo de gobernar está dando pasos en falsos y deslizándose por una pendiente peligrosa. La manifestación de ayer es, por ahora, el último ejemplo de cómo la alarmante deriva política en la que ha entrado el país no es solo culpa de Sánchez y su caótica e inoperante legislatura, sino también de una oposición que no encuentra el rumbo.

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