En la Universidad de Granada con apenas 16 años

El de Fernando, que entrará en la carrera a la edad en la que otros comienzan el Bachillerato, no es un caso único

Martina y Fernando, los dos granadinos que han brillado en Selectividad

Fernando Rubio, acompañado de sus profesores del IES Miguel de Cervantes.
Fernando Rubio, acompañado de sus profesores del IES Miguel de Cervantes. / antonio l. juárez / GP Media

Fernando Rubio entrará el próximo 15 de septiembre en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada para comenzar las clases en el grado en Matemáticas. Quiere ser profesor. Y lo tiene clarísimo a pesar de contar con apenas 16 años. Los 17 los cumplirá en diciembre, cuando esté en puertas de empezar los exámenes de su primer cuatrimestre como universitario.

El caso de este estudiante, vecino de Lanjarón, no es único. El referente más cercano es posiblemente el de Miguel Ángel Donaire, que fue admitido en Oxford para estudiar Informática con 16 primaveras. Este talentoso granadino está a punto de terminar su primer año de formación universitaria en el Reino Unido.

Fernando se confiesa apasionado de los acertijos, también del ajedrez. Y por supuesto le encanta jugar a videojuegos sobre todo de carreras, aunque también le gustan los que plataformas. Pero sobre todo lo que le gusta son las matemáticas, terreno en el que brilla desde bien pequeño. "Era algo evidente", recuerda su padre, Alberto Rubio. En encauzar este excepcional talento ha sido clave el papel de uno de sus profesores, Santiago Jurado, que imparte clase en el IES Miguel de Cervantes de Granada capital.

"En realidad él va por libre. Yo daba mis clases y a él le daba apuntes de la carrera, libros... lo que dábamos en clase él ya lo había hecho antes", señala Jurado, que se siente muy orgulloso del logro de Fernando. El joven de Lanjarón ha logrado una nota casi perfecta en la pasada convocatoria de la Prueba de Acceso a la Universidad, un 13,8 que le abre las puertas a cursar cualquier titulación.

Un camino complejo

El camino hasta aquí ha sido, confiesan el padre y el docente, complejo. "No estamos preparados para este tipo de niños", reconoce Jurado. Su padre reitera esta idea. "El sistema no está preparado".

Dar cauce al talento de Fernando ha requerido un esfuerzo familiar evidente. Cada día, durante los dos cursos de Bachillerato, padre e hijo han hecho la ruta Lanjarón-Granada y a la inversa. Esa decisión llegó después de que en el instituto de Lanjarón pudiera hacer en un único curso tercero y cuarto de la ESO. Es más, en Secundaria ya estudiaba materia que correspondía a Bachillerato. Esta medida, flexibilización de la duración del periodo de escolarización obligatoria y postobligatoria, se recoge en la normativa andaluza, que señala que es de "carácter excepcional".

Una de las cuestiones que se plantean en estos casos es la madurez del alumno. Otra, el hecho de formar parte de un grupo de pares. En el caso de Fernando si algo brilla es la sensatez con la que habla. Otro rasgo que destaca su padre es que el chico siempre ha preferido estar con gente de más edad antes que con chiquillos de su quinta.

"En el instituto ha estado en un grupo muy bueno y se ha adaptado muy bien", destaca Jurado. "Ha hecho muy buenos amigos" pese a la diferencia de hasta casi dos años de edad que puede tener con respecto a sus compañeros de clase. "Es un orgullo de niño", concluye el docente.

El catedrático del Departamento de Álgebra de la Universidad de Granada Pascual Jara indica que el caso de Fernando no es excepcional. "Lo normal es que vayan al curso que les corresponde por edad, pero hay casos especiales" en los que se puede tomar la medida de adelantar un curso. En cualquier caso, y según la experiencia de este profesor, "los que yo he tenido van bien, es gente muy normal".

Sobre el desarrollo de estudios universitarios de alumnado con las características de Fernando, Jara sopesa que en una facultad el proceso por el que se asimila la materia a estudiar es diferente a un instituto. "Aquí puedes ir a un nivel más profundo. No se trata de terminar antes, sino de adquirir conocimiento de manera fundamentada". Ese trabajo de profundización permite al alumnado llegar hasta donde considere o se vea capacitado, más allá de cumplir con lo que se pide en un examen.

Motivación

Una persona que puede hablar con conocimiento de causa de la experiencia que tendrá Fernando a partir de septiembre es Galo Gordón. Este jiennese de Pegalajar empezó a estudiar Matemáticas en la UGR con 15 años (le faltaban días para cumplir los 16) y explica que entrar en la carrera tan jovencito no supone una ventaja como tal pero sí que se vive con una "motivación" que hace disfrutar de una manera especial de ese curso.

"No me costaba trabajo", recuerda sobre su primer año. Ahora está a punto de terminar tercero y, si todo va bien, el próximo curso hará el Trabajo Fin de Grado. Después, Galo sopesa cursar Física en Granada. Si los planes van como Galo espera, puede tener los dos grados con 21 años.

"En primero todo era nuevo", señala sobre cómo vivió su primer curso universitario. "Me centré mucho en la carrera. Tenía un montón de ganas de entrar. Ahora me centro más en la gente", confiesa, simpático, este jiennense.

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