'Chemsex' en Granada: aumenta en un 50% las personas que buscan ayuda para abandonar esta práctica

En lo que va de año, Proyecto Hombre ha atendido a 12 personas por esta adicción en la provincia de Granada

La combinación de relaciones sexuales en sesiones prolongadas con el consumo de drogas puede derivar en adicciones, contagio de ITS y daños psicosociales

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Imagen de archivo de una discoteca
Imagen de archivo de una discoteca / G. H.
María José Caballero

09 de junio 2025 - 04:59

Granada/Con el término anglosajón chemsex se hace referencia a las prácticas que fusionan las relaciones sexuales con el consumo de drogas para intensificar sus efectos, así como para alargar la duración de las sesiones. Unifica las palabras inglesas chemicals (químicos), que se refiere a las sustancias estupefacientes, así como sex (sexo), aludiendo a un fenónemo que llevan a cabo personas en grupo, en pareja o, incluso, de manera individual en discotecas o en ambientes privados.

Este fenómeno, si bien es difícil de cuantificar, es una práctica ya extendida en capitales y grandes ciudades como Madrid o Barcelona, pero se viene expandiendo a otros núcleos en los últimos años. Según datos de Proyecto Hombre Granada, el número de personas que acuden a pedir ayuda en la ciudad ha incrementado: solo hasta mayo de este año se han atendido a 12 personas, lo que supera en un 50% a los casos que se trataron en todo el año 2024, y en un 140% los de 2023. En palabras del responsable de comunicación, David Ortega, "no es que estén incrementando los casos, sino que la gente cada vez está perdiendo más el miedo y la vergüenza a enfrentarse a un proceso de terapia".

La búsqueda de ayuda es, normalmente, el último recurso de las personas que han caído en el "círculo vicioso" del chemsex, según el director de la asociación, Manuel Mingorance. Y es que los riesgos asociados a estas prácticas que pueden alargarse días afectan en muchos ámbitos: el consumo de sustancias estimulantes como la cocaína, la mefedrona o el alcohol puede derivar en adicciones o en contagio de infecciones de transmisión sexual (ITS) como gonorrea, sífilis o VIH ante la dificultad de controlar en todo momento el uso de preservativos u otros métodos de protección, siendo sesiones en las que puede haber un gran número de personas.

Otra de las consecuencias, menos visible pero igual de importante, es a nivel psicológico. "Se produce una despersonalización, una deshumanización", ha dicho Mingorance, que añade que se "crea mucho vacío, y frustración ante la imposibilidad de tener relaciones sexuales sin tener que valerse de las sustancias".

Asimismo, establecer límites y tener el control de la situación durante el chemsex es complicado. El "subidón" que provocan las sustancias estimulantes puede derivar en "situaciones que normalicen el abuso e incluso causar pérdida de conocimiento", ha expresado el coordinador de evaluación y diagnóstico, Jesús García, "sobre todo porque muchas veces las personas que llevan a cabo estas sesiones no se conocen entre sí, son contactos que quedan por aplicaciones móviles o que se han conocido durante una fiesta", ha completado.

¿Quién, dónde, cómo?

La práctica del chemsex se extiende, sobre todo, entre hombres de mediana edad. Si bien es difícil hacer estimaciones exactas, la edad media de las personas que acuden a buscar ayuda en Proyecto Hombre en Granada por problemas derivados es de 32 años y medio, teniendo muchos de ellos un poder adquisitivo medio-alto, ocupando puestos de trabajo relevantes. Este contexto económico les permite gastarse dinero en las sustancias consumidas, así como disponer del tiempo para ello.

Los lugares más habituales donde se lleva a cabo esta práctica son discotecas, locales de ambiente o incluso en pisos privados, donde hay "barra libre", ha explicado Mingorance, así como "una normalización del consumo de sustancias". Es una práctica que, de primeras, puede parecer atractiva, pero cuyas consecuencias "van llegando posteriormente, y en Granada se van oyendo".

La práctica de chemsex no tiene por qué ser estrictamente en grupo: muchas veces lo llevan a cabo parejas, así como a nivel individual. En este último caso, se recurre normalmente a la pornografía, "accesible 24 horas en el teléfono", ha advertido el responsable de comunicación, Ortega, consumiendo sustancias solo.

Asimismo, las sustancias que más se consumen durante las sesiones de chemsex son, principalmente, la mefedrona (con una incidencia del 65% en las personas que buscan ayuda en Proyecto Hombre), considerada la 'droga estrella' por estimular la líbido, así como la cocaína (con un 15%) y otras, que incluyen cannabis, éxtasis o benzodiacepinas. "Todas las drogas tienen el componente de desinhibirte, de hacerte más social", ha añadido Ortega.

¿Cuándo buscar ayuda?

Tal y como ha aclarado Ortega, "no se trata de decirle a las personas cómo tienen que vivir su sexualidad, ya que cada uno es libre de hacerlo como quiera", pero "es importante avisar de los riesgos".

En situaciones extremas, que llevan a las personas afectadas a buscar ayuda, el chemsex deriva en un vacío emocional, así como incapacidad de disfrutar de las relaciones sexuales sin el consumo de sustancias. Esta práctica es "altamente adictiva", ha añadido, "tanto a las sustancias como al sexo en sí mismo". Cuando la resaca emocional dura días, afecta a las relaciones interpersonales y a la autoestima de quienes lo practican y las adicciones se hacen con el control de sus vidas, "ahí empiezan a darse cuenta de que las cosas no están bien", ha añadido.

Gran parte de las personas que van a buscar ayuda lo hacen de forma individual, "esto tiene mucho valor", ha celebrado Ortega, "el hacer frente a los estigmas".

Despacho de Proyecto Hombre en Granada
Despacho de Proyecto Hombre en Granada / María José Caballero

Tratamiento, concienciación

La forma de hacer frente al problema implica un proceso "terapéutico, de autoestima, de autoconocimiento y de personalización", explica Mingorance. Así, se lleva a cabo un trabajo para "recuperar la seguridad y la salud sexual", para poder enfrentarse de nuevo a las relaciones interpersonales sin sustancias de por medio.

Aún así, el trabajo en grupo es "esencial" para sobrellevar los problemas asociados al chemsex. Explica Ortega que "parte de entender los cambios necesarios implica exponerte, aceptarlos y superarlos", así como encontrar entornos fuera de las sustancias y todas estas prácticas extremas asociadas y "poner límites", expresa el director.

Ahora mismo, los recursos específicos en Granada son limitados. Al ser un problema "del que todavía se conoce poco", ha aclarado Mingorance, no existen todavía campañas específicas. La asociación tiene planteado crear un grupo de terapia específico para las personas que quieren dejar de practicar chemsex, pero todavía "faltan recursos, concienciación y necesitamos crear sinergias con otros grupos y asociaciones", ha expresado Ortega.

Según Ortega, muchas veces los propios médicos no tienen el conocimiento de qué hay que hacer: "Las personas que buscan ayuda se exponen a una serie de estigmas o prejuicios a los que los profesionales sanitarios no están preparados".

En relación con esto, la Escuela Andaluza de Salud Pública anunció recientemente un curso dirigido a médicos y especialistas en atención de drogodependencia, que formará a casi 800 profesionales en el ámbito del chemsex. Poco a poco, la disponibilidad de información será mayor. "La gente tiene que tomar conciencia de las opciones de ayuda que existen", ha añadido Ortega, que finaliza recordando que "todos tenemos que ayudarnos entre todos".

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